La madrastra Dana Vespoli y su hijastro de 19 años, Parker Ambrose, están viendo una película juntos en la tele, con el habitual tazón grande de palomitas en la mano, cuando ella apaga el televisor bruscamente. Su padre ya está en la cama y ella no puede hacerlo esperar.
Parker se queja de que su padre le quitó las llaves del coche y promete convencer a su marido para que se las devuelva. Más tarde esa noche, Parker visita su dormitorio y encuentra a sus padres juntos en la cama. Busca las llaves en una cómoda, con cuidado de no hacer ruido, y las encuentra guardadas en una cajita. Al salir con las llaves, se distrae al ver el pecho desnudo de su madrastra al descubierto mientras se revuelve en la cama. Al principio la cubre con la manta, pero cambia de opinión y la aparta de su madre, revelándola en reposo, vestida solo con bragas. Se mete en la cama junto a ella con cuidado y, todavía completamente vestido, comienza a acariciarse el pene dentro de sus pantalones. Cuando Dana se da la vuelta, dándole la espalda, él descubre su tentador trasero y le acaricia suavemente el pecho. Ella murmura: «Me siento juguetona otra vez, cariño», y cuando él retira la mano, añade: «No te he dicho que pares». Al girarse hacia Parker, está a punto de gritar, pero él le tapa la boca a mamá para evitarlo. Pillado en el acto, se disculpa y empieza a levantarse de la cama.
«Tenemos que hablar de esto», insiste ella, pero él responde: «Aquí no». Ambos salen de la habitación y se dirigen a la de Parker. Él intenta poner una excusa poco convincente, pero mamá sabe que no es así. «Si tu padre se hubiera levantado y nos hubiera visto, se habría vuelto loco», afirma ella. Él revisa su historia, diciendo que la oyó hablar. Dana admite tímidamente que estaba soñando «con nosotros». Impulsivamente, se inclina y lo besa en los labios. «¿Eso es todo?», se pregunta él. «Bueno, el resto fue un poco más picante», admite, y añade: «Eras un niño muy travieso colándote en mi cama de esa manera».
«A veces, cuando os oigo, desearía ser él», confiesa Parker. «Creo que tú y yo necesitamos un tiempo separados. Todas las cosas que hacemos: jugar a la mancha y hacernos cosquillas en la piscina. Simplemente se siente mal. Y nada de maratones de tele a altas horas de la noche», anuncia. «Vale, de acuerdo. Pero tengo una condición. Quiero que me muestres lo que pasó en tu sueño».
Se inclina y le da un beso de verdad. «¿Y ahora qué?», pregunta Parker. «Ahora hazme el amor», exige Dana. Él le quita su precioso camisón rosa y le besa los pechos. Luego le quita las bragas negras y ella susurra con voz ronca: «¿Quieres comerle el coño a mami?». Mientras Parker le hace sexo oral, declara: «Eres un buen chico». Observa cómo se desarrolla la escena tabú…