«Lo que pasó, lo que hicimos, no estuvo bien», declara. «Te preocupas demasiado», le tranquiliza ella. Intenta besarle, pero él se resiste. «Hagamos como si no hubiera pasado», sugiere. «Si la gente se entera, nuestras vidas están acabadas. Tendrás que irte y yo no podré volver. Aquí es donde crecí», insiste.
«¿Crees que es fácil para mí? Aquí sola en esta casa, pensando en lo que ha pasado entre nosotros, sabiendo que nunca volverá a pasar. Tumbada junto a tu padre, el hombre al que creía amar, con el que me casé el año pasado, sabiendo que nunca le querré como te quiero a ti», confiesa..
Se besan, y espontáneamente se persiguen por toda la casa como niños jugando. El juego se convierte en un escondite: la madrastra sale corriendo y él la persigue gritando: «Te voy a pillar». Al no encontrar a Mona, dice: «Supongo que me equivoqué», se quita la camisa y se deja caer en la cama. Mona aparece y él salta y la atrapa. «¡Me has engañado!», exclama ella, y abrazados en la cama se besan apasionadamente. «Ojalá pudiera ser así para siempre», murmura él.
Él acepta quedarse todo el fin de semana. «Déjame ser tu madre», susurra mientras le desabrocha el cinturón y le dice al oído: «No te olvides de limpiarte detrás de las orejas». «Vale, mamá», responde él. Mientras se besan con ternura, ella le dice: «No quiero que esto termine». «Yo tampoco», responde él. «Acabará», dice ella con tristeza. «No nos centremos en eso y concentrémonos en el ahora», dice él, mientras se abrazan de nuevo. Mamá toma el mando, le besa el pecho repetidamente y le quita el cinturón. Le quita los vaqueros, mostrando su polla, y murmura: «Acaríciala para mami». «Sí, mami», responde él. Mira cómo se desarrolla la escena tabú…